7 consejos para las conversaciones familiares incómodas de Acción de Gracias

Imagínatelo: acabas de sentarte a la mesa en Acción de Gracias. Estás rebosante de alegría, listo para zamparte el relleno, el puré de patatas y el pavo (o tofurkey, si es lo tuyo). Te llevas el tenedor a la boca, preparándote para la miríada de sabores. Cuando estás a punto de dar un bocado, tu tía Judy te mira desde el otro lado de la mesa y te pregunta por qué aún no te has casado. Derrotada, dejas el cubierto en el suelo y procedes a explicar a tu entrometida familiar todas las razones por las que estás soltera (¡y feliz de estarlo!).
Todos tenemos un pariente (o parientes) como la tía Judy. Afortunadamente, hay una forma de desviar con tacto estas incómodas conversaciones familiares sin arruinar tus relaciones. Toma, Marius Zahariacoach emocional y relacional, explica cómo salir airoso incluso de las charlas más crispadas.
1. Pídales su opinión
A la gente le encanta compartir su opinión. Si no fuera así, no tendríamos Twitter. Aprovecha este deseo y pregunta directamente a tus familiares qué piensan. Esto no significa que tengas que escuchar o tomarte a pecho ninguna de sus respuestas, sino que es una forma muy eficaz de distraerlos. Algunas frases para probar:
Antes de que te des cuenta, el abuelo Sam se va por la tangente durante una hora y tú te quedas desconectado y disfrutando de tus patatas en paz.
2. Respuesta sin compromiso
¿Sabes qué es lo que más le gusta a la gente? Cuando les das la razón. No estamos diciendo que tengas que ondear la bandera blanca y apaciguar a tus parientes, pero una frase abierta puede ser un billete de ida para salir de una conversación incómoda. Algunas frases para probar:
3. Hacer el tonto
A veces, la mejor respuesta es la más fácil. Si sientes que no tienes energía, ésta es una estrategia de sobresaliente para los familiares más implacables. Aunque puede frustrar a tu oponente, a ti te mantendrá cuerdo. Veamos un ejemplo de cómo podría ser:
Como ves, tu primo/tío/cuñado acabará cansándose y lo dejará en paz. Misión cumplida.
4. Haz como si no los hubieras oído
Este es uno de nuestros métodos favoritos. A menudo, la gente no se da cuenta de lo intrusivos que están siendo hasta que les haces repetir lo que dicen. Así que, cuando tu abuela te pregunte si has engordado un poco, responde simplemente: "Lo siento, ¿qué ha sido eso?". Si vuelve a preguntar, redobla la apuesta y pídele que hable más alto. Es probable que se dé por vencida y siga adelante o que otras personas de la mesa intervengan y la regañen.
5. Responder de acuerdo
Puede parecer contradictorio, pero escúchenos. Estar de acuerdo con los miembros de tu familia es una buena manera de desarmarlos y confundirlos. Es inesperado, desorientador y chocante: la trifecta de la desviación. Algo como: "Vaya, qué buena pregunta. Me he estado preguntando exactamente lo mismo".
6. Agradézcaselo y cambie de tema
Esta es otra técnica desarmante que debes tener en tu arsenal. Cuando surjan conversaciones familiares incómodas, simplemente muestra tu gratitud por sus atenciones. Se sentirán apreciados y estarán demasiado ocupados deleitándose con tus cumplidos como para seguir. Luego, cambia de rumbo y dirige la conversación hacia otra persona. Inténtalo: Vaya, gracias por preocuparte, eso significa mucho para mí". Mamá, ¿cómo va el club de lectura?".
7. Ausentarse sin permiso
Levántate de la mesa y tómate un respiro. Ya sea para ir al baño, pasear al perro, tirarte boca abajo en el dormitorio de invitados o esconderte en el sótano, respira un poco y céntrate. Cuando vuelvas, lo más probable es que la conversación ya haya cambiado. Dilo con nosotros: uf.
Sea cual sea el método que elijas, prepárate y ensaya con antelación. Piensa en algunas de las temidas preguntas que te han hecho en el pasado y prepara algunas respuestas de una sola línea. Después, búscate a un amigo que represente a tu molesto familiar hasta que te sientas lo bastante seguro como para enfrentarte a una docena de ellos. Y así, señoras y señores, es como se hace.
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